Mantener la mirada
fijamente con aquellas personas con las que hablamos cara a cara no siempre es
fácil, pero si hablamos de mirar durante dos minutos a otra persona en
silencio, sin quitar la mirada y tan solo concentrándote en las sensaciones que
tienes en ese momento, que todo hay que decirlo, puede resultar incómodo,
resulta mucho más difícil. Si a estas condiciones añadimos que dos de nosotras
hicimos el experimento en clase y rodeadas de personas que nos estaban
observando y nos hacían ponernos más nerviosas, no solo perdíamos la
concentración y a veces retirábamos la mirada, sino que también la presión era
mayor.
La primera impresión que tuvimos al realizar
el ejercicio fue que la confianza que teníamos con la persona con la que
realizamos el ejercicio, que no era mucha en el caso de los que hicimos en
clase, se incrementó. Sin embargo, el hecho de tener que mirarnos durante dos
minutos seguidos a ratos era un poco incómodo, por lo que no realizamos el
ejercicio de la manera más exacta posible. A pesar de ello, los resultado de
tres de las cuatro preguntas que habíamos contestado antes de comenzar el
experimento aumentaron. La única pregunta en la que el resultado no fue
alterado fue “¿cuánto dirías que quieres a la persona?”, ya que nosotras
consideramos que querer es un sentimiento más fuerte y que posiblemente podría
haber aumentado el número si hubiera tenido una relación más cercana con la
persona. Pero sorprendentemente las respuestas de las preguntas “¿cuánto dirías
que te agrada?, ¿cómo de cercana de sientes de él? y ¿Cómo de atraída te
sientes por él?” sí que aumentaron, en algunos casos incluso dos puntos, aunque
esto se dio en aquellas que al principio tenían una puntuación más baja.
El resultado del
experimento nos ha resultado sorprendente, ya que nos parece asombroso que tan
solo mirando a una persona durante un breve período de tiempo tus impresiones
sobre él o ella puedan alterarse de tal forma. Esto nos hace preguntarnos qué
pasaría si realizáramos este ejercicio con personas que no conocemos en lugares
públicos. Quitando la incomodidad que podría sentirse al principio, creo que
posteriormente no sentiríamos a gusto y cómodos, ya que al tener que estar en
silencio evitaríamos los silencios incómodos y nos concentraríamos en lo
realmente importante de este ejercicio, que son las emociones y cómo
transforman las primeras impresiones que tenemos de la gente.