jueves, 27 de febrero de 2014

Soul gazing

Mantener la mirada fijamente con aquellas personas con las que hablamos cara a cara no siempre es fácil, pero si hablamos de mirar durante dos minutos a otra persona en silencio, sin quitar la mirada y tan solo concentrándote en las sensaciones que tienes en ese momento, que todo hay que decirlo, puede resultar incómodo, resulta mucho más difícil. Si a estas condiciones añadimos que dos de nosotras hicimos el experimento en clase y rodeadas de personas que nos estaban observando y nos hacían ponernos más nerviosas, no solo perdíamos la concentración y a veces retirábamos la mirada, sino que también la presión era mayor.

 La primera impresión que tuvimos al realizar el ejercicio fue que la confianza que teníamos con la persona con la que realizamos el ejercicio, que no era mucha en el caso de los que hicimos en clase, se incrementó. Sin embargo, el hecho de tener que mirarnos durante dos minutos seguidos a ratos era un poco incómodo, por lo que no realizamos el ejercicio de la manera más exacta posible. A pesar de ello, los resultado de tres de las cuatro preguntas que habíamos contestado antes de comenzar el experimento aumentaron. La única pregunta en la que el resultado no fue alterado fue “¿cuánto dirías que quieres a la persona?”, ya que nosotras consideramos que querer es un sentimiento más fuerte y que posiblemente podría haber aumentado el número si hubiera tenido una relación más cercana con la persona. Pero sorprendentemente las respuestas de las preguntas “¿cuánto dirías que te agrada?, ¿cómo de cercana de sientes de él? y ¿Cómo de atraída te sientes por él?” sí que aumentaron, en algunos casos incluso dos puntos, aunque esto se dio en aquellas que al principio tenían una puntuación más baja.


El resultado del experimento nos ha resultado sorprendente, ya que nos parece asombroso que tan solo mirando a una persona durante un breve período de tiempo tus impresiones sobre él o ella puedan alterarse de tal forma. Esto nos hace preguntarnos qué pasaría si realizáramos este ejercicio con personas que no conocemos en lugares públicos. Quitando la incomodidad que podría sentirse al principio, creo que posteriormente no sentiríamos a gusto y cómodos, ya que al tener que estar en silencio evitaríamos los silencios incómodos y nos concentraríamos en lo realmente importante de este ejercicio, que son las emociones y cómo transforman las primeras impresiones que tenemos de la gente.

Experimento psicológico halagos

Todos buscamos sentirnos importantes, queremos que nos aprecien y que nos quieran. Cuando hacemos sentir importante a otra persona, inmediatamente la percepción que tiene de nosotros mejora. Y os estaréis preguntando... ¿Cómo podemos hacer sentir a alguien importante o apreciado? Muy fácil, el halago es la solución. Sin embargo, no sirve el típico piropo que nos han hecho alguna vez cuando pasas al lado de alguna obra o vas caminando despreocupada por la calle. El halago, desde el punto de vista psicológico, tiene que cumplir los siguientes requisitos: tienes que buscar algo de la otra persona que te guste, decir porque te ha gustado y hacerle una pregunta al respecto. 

Rosalía, Paula y yo hemos estado durante una semana aproximadamente intentando halagar a gente en el día a día, desde nuestros padres hasta el conductor del autobús. En cuanto a la gente más cercana, nuestros familiares y amigos, hemos halagado de forma más elaborada y cumpliendo los requisitos nombrados con anterioridad. Por ejemplo, por la mañana decías a tu madre que el desayuno que había preparado estaba riquísimo, que cómo lo había hecho (aunque fuese el mismo de todos los días y fueran unos simples cereales) o Rosalía por ejemplo ir por la residencia y decirle a una compañera que ese día estaba especialmente guapa y que de dónde era el vestido que llevaba. 

A la conclusión a la que hemos llegado, es que al principio la gente se queda un poco impactada y extrañada, por ejemplo tus padres o algún desconocido como el conductor del autobús, ya que no estamos acostumbrados a que la gente se fije tanto en ti en una tarea que realizas diariamente y que suele pasar desapercibida. Pero al final la gente se pone alegra al oír eso que le estás diciendo, aunque sepan que no es verdad como por ejemplo con lo del desayuno a tu madre ya que puede que ni lo haya hecho ella. El caso es que estás haciendo que la gente se sienta especial, que e importas y que te has fijado en algo de ellos. Y se llega a apreciar que la percepción hacia a ti ha cambiado aunque solo sea porque te ha sonreído o te ha dado las gracias.


Creemos que este experimento es realmente útil no solo para aumentar la moral y autoestima de aquellas personas que reciben los halagos al sentirse apreciados, sino también para aquellos que los realizamos. Siempre es bonito sentirse apreciados por los demás, pero si a eso le añadimos que nosotros mismos somos la razón por la que otra persona está contenta o al menos has hecho que pueda valorarse un poco más, vale la pena salirnos de la conducta que llevamos habitualmente y halagar a los demás animando su jornada.