Todos buscamos sentirnos importantes, queremos que nos
aprecien y que nos quieran. Cuando hacemos sentir importante a otra persona,
inmediatamente la percepción que tiene de nosotros mejora. Y os estaréis
preguntando... ¿Cómo podemos hacer sentir a alguien importante o apreciado? Muy
fácil, el halago es la solución. Sin embargo, no sirve el típico piropo que nos
han hecho alguna vez cuando pasas al lado de alguna obra o vas caminando
despreocupada por la calle. El halago, desde el punto de vista psicológico,
tiene que cumplir los siguientes requisitos: tienes que buscar algo de la otra
persona que te guste, decir porque te ha gustado y hacerle una pregunta al
respecto.
Rosalía, Paula y yo hemos estado durante una semana
aproximadamente intentando halagar a gente en el día a día, desde nuestros
padres hasta el conductor del autobús. En cuanto a la gente más cercana,
nuestros familiares y amigos, hemos halagado de forma más elaborada y
cumpliendo los requisitos nombrados con anterioridad. Por ejemplo, por la
mañana decías a tu madre que el desayuno que había preparado estaba riquísimo,
que cómo lo había hecho (aunque fuese el mismo de todos los días y fueran unos
simples cereales) o Rosalía por ejemplo ir por la residencia y decirle a una
compañera que ese día estaba especialmente guapa y que de dónde era el vestido
que llevaba.
A la conclusión a la que hemos llegado, es que al
principio la gente se queda un poco impactada y extrañada, por ejemplo tus
padres o algún desconocido como el conductor del autobús, ya que no estamos
acostumbrados a que la gente se fije tanto en ti en una tarea que realizas
diariamente y que suele pasar desapercibida. Pero al final la gente se pone alegra
al oír eso que le estás diciendo, aunque sepan que no es verdad como por
ejemplo con lo del desayuno a tu madre ya que puede que ni lo haya hecho ella.
El caso es que estás haciendo que la gente se sienta especial, que e importas y
que te has fijado en algo de ellos. Y se llega a apreciar que la percepción
hacia a ti ha cambiado aunque solo sea porque te ha sonreído o te ha dado las gracias.
Creemos que este experimento es realmente útil no solo
para aumentar la moral y autoestima de aquellas personas que reciben los
halagos al sentirse apreciados, sino también para aquellos que los realizamos.
Siempre es bonito sentirse apreciados por los demás, pero si a eso le añadimos
que nosotros mismos somos la razón por la que otra persona está contenta o al
menos has hecho que pueda valorarse un poco más, vale la pena salirnos de la
conducta que llevamos habitualmente y halagar a los demás animando su jornada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario