jueves, 13 de marzo de 2014

Lo que importa no es lo qué se dice, sino cómo se dice. Pero… ¿y si no es así?

En 1974 se llevo a cabo un estudio realizado por Elizabeth Loftus y John Palmer. Ellos se preguntaron si la memoria de un testigo ocular podía ser distorsionada por la información que este recibía después de un accidente de tráfico o un crimen. Para esto realizaron el siguiente experimento.
Varios individuos vieron siete escenas distintas en las que se mostraban accidentes de tráfico y se les pedía que contestaran a una serie de preguntas. En cada grupo las palabras con las que se formulaban las preguntas variaban, en uno la pregunta era: «¿A qué velocidad aproximada circulaban los coches cuando chocaron?». Mientras que en el otro grupo la palabra “chocar” se sustituía por: “colisionar, tocarse…”.
Se observó que el primer grupo daba cifran más altas que el segundo, solían ser 10 millas más que el segundo grupo. Los resultados indicaron, sin lugar a dudas que nuestra memoria sobre los acontecimientos es relativamente frágil y bastante susceptible de verse distorsionada.



Nos parece realmente interesante ya que hemos visto esta semana en clase la publicidad y la comunicación subliminal, y como ciertos estímulos pueden aumentar alguna necesidad ya existente. Y resulta que en este experimento, simplemente por variar un verbo llega a cambiar tu percepción de las cosas. Por lo que podemos llegar a la conclusión de que nuestra mente es bastante maleable. 

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