Es sabido que existe una
contradicción en el ámbito de la apariencia, ya que a pesar de que las personas
somos mucho más de lo que transmitimos a primera vista, también tendemos a
juzgar la personalidad de las persona por la imagen que reflejan a los demás.
Este es uno de los motivos por
los que las personas recurren al maquillaje como una “herramienta” de
perfeccionamiento en el día a día. En base a esto, Arnaud Aubert, catedrático del departamento de
Neurociencia de la Universidad François Rabelais, comenzó a investigar los
efectos que tienen los distintos productos de cosmética que las mujeres
utilizan.
Realizó un experimento en el que
presentaba a un público variado distintas fotografías de mujeres realizando las
preguntas relacionadas con su atractivo físico y sus cualidades sociales. Tanto
a la pregunta de si variaban la edad y el
atractivo de la mujer dependiendo del tipo de maquillaje y a la de si parecía
más seria y motivada, las respuestas fueron afirmativas en ambos casos.
Con este experimento, Aubert intentaba dar respuestas
a preguntas como qué sucede en nuestra mente cuando juzgamos a alguien tan solo
por su apariencia, si la valoración depende únicamente de la persona que observa,
si existen patrones comunes cuando valoramos a la forma de ser de alguien por
su imagen y si las reacciones cambian dependiendo del tipo de maquillaje.
Respecto a esta última pregunta, encontramos otro
experimento realizado en el 2011 por Procter & Gamble y Nancy Etcoff,
psicóloga de Harvard Medical School, que demuestra que en efecto, las percepciones
y consecuentes reacciones de las personas dependen del tipo de maquillaje que lleve la
persona. El experimento consistía en comparar las percepciones de la gente ante
cuatro tipos de maquillaje: natural, profesional, glamuroso y sexy; siendo los
dos primeros más naturales y los dos últimos más coloridos y exagerados en
comparación.
El resultado fue sorprendente, ya que los maquillajes natural
y profesional obtuvieron más nota en el apartado de confianza, mientras que en el
de glamuroso y sexy fueron considerablemente más bajas. Sin embargo, se dio la situación
contraria en términos de atractivo físico. La explicación de Aubert acerca de
este experimento, es que al camuflar las imperfecciones de la gente,
especialmente en los dos últimos maquillajes, transmiten menos confianza al no
ser tan expresivos con las imperfecciones comunes a los seres humanos a medida
que avanza la edad.
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